Jueves Santo en Almedinilla


Almedinilla 24 de Marzo de 2016

Los pasos del Santísimo Cristo del Amor y de la Virgen de los Dolores se procesionaron en una noche en la que el frío se erigió en protagonista.

El Jueves Santo o Día del Amor Fraterno es el día en que la liturgia de la Iglesia Católica tiene una gran relevancia, ya que comienza el Triduo Pascual con una misa vespertina, con la que termina el tiempo de Cuaresma, en la que el sagrario está vacío y con la puerta abierta y el altar mayor adornado con cirios, manteles y sin flores hasta la Resurrección, aunque la celebración se realiza en un ambiente festivo, sobrio y con una gran solemnidad, en la que se mezclan sentimientos de gozo por el sacramento de la Eucaristía y de tristeza por lo que ocurrirá a partir de esa misma tarde de Jueves Santo, con la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Hecho a destacar en este acto litúrgico fue el lavatorio de los pies con el que 12 personas tuvieron el privilegio de experimentar la importancia que tiene el servicio al prójimo.

A las 22:00 horas se abrieron las puertas de la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista, tras la oración de las hermanas y hermanos cofrades, para que la Cruz de Guía y ciriales hicieran la aparición en medio de un gran silencio que solo fue interrumpido por el son de los bombos y timbales de la banda de la Hermandad cuando apareció entronizado el Cristo del Amor bellamente engalanado con claveles rojos.

A continuación, fue la Hermandad de la Virgen de los Dolores la que ocupó la Plaza de la Iglesia con todos sus penitentes ataviados de túnica negra y capa blanca para recibir el paso de la Virgen bajo palio, velas, flores y los acordes de la Banda Municipal de Música de Almedinilla. 

Una vez iniciado el cortejo procesional por el itinerario oficial, el público, que llenaba la plaza, fue poco a poco abandonando la procesión debido al intenso frío que se percibía por algunos puntos del recorrido, habiendo tramos en los que los pasos solo estuvieron acompañados por los hermanos y hermanas de ambas cofradías. Una pena que no se pudiera disfrutar del Pingorote iluminado y de la primera luna llena de la primavera, una luna conocida como Luna de Parasceve, que viene a significar preparación. Tras las tres horas de recorrido, la Plaza de la Iglesia volvió a llenarse de gente para contemplar el encierro y uno de los momentos más emotivos: el encuentro del Hijo con la Madre.


Noticia extraída de lafuentezuela.com