La Procesión del Silencio centra las miradas en la noche del Jueves Santo.

Las imágenes del Cristo del Amor y Virgen de los Dolores muestran todo su esplendor.

A las diez de la noche regresaban los desfiles procesionales a las calles de la villa con la Procesión "del Silencio" en la que las imágenes del Santísimo Cristo del Amor y la Virgen de los Dolores mostraron todo su esplendor en una noche primaveral en la que la luna llena acompañó a lo largo del recorrido jugando a esconderse entre las nubes que aparecieron en el firmamento. Este buen tiempo permitió que cientos de personas de todas las edades, entre cofrades, miembros de las hermandades y fieles, acompañaran emocionados a la Madre y al Hijo por las serpenteantes calles almedinillenses con diversas paradas de descanso y penitencia. La cofradía del Cristo del Amor, conformada por un 95% por mujeres, estrenaba entandarte, paso de las costaleras y toque de palillos de la banda de tambores y que, junto a la alfombra de claveles rojos, antorchas, cirios y faroles, hicieron gala de su sobriedad y recogimiento. Tras el paso del Cristo,  marchaba el paso de la Madre, bellamente engalanado con rosas amarillas y lirios blancos, arropado por sus cofrades, devotos, autoridades religiosas y Banda Municipal de Música de Almedinilla.  El momento más expectante de la procesión se produjo antes de su encierro en la plaza de la Iglesia, donde ambas hermandades escenificaron el encuentro del dolor de la Madre ante el sufrimiento del Hijo clavado en la Cruz, mientras que componentes de la banda y público asistente entonaban la oración “Ave María”.